Quizá uno de los productos de los que menos nos preocupamos son los quitaesmaltes: enganchamos el primero que vemos en el súper (ahora proliferan lo que llevan la etiqueta 'sin acetona'), que sea barato y poco más. Yo estoy en este grupo de usuarias: en mi lista de la compra suele ir de vez en cuando un quitaesmalte barato, últimamente con esa etiqueta en la que sinceramente ponía la esperanza de que no deteriorara tanto mi uñas, esperanzas que por cierto quedaron ahogadas en un bote verde con la etiqueta 'sin acetona'.
En fin, el último que compré de emergencia en la tienda 'de chinos' de debajo de mi casa (y digo de emergencia porque llevaba las uñas de vete tu a saber que color chillón y tenía una entrevista de trabajo de esas a la que hay que ir discreta), ya fue el remate: me costó menos de 50 céntimos y lo que no me gasté en el quitaesmalte me lo dejé el discos de algodón. Y mis uñas amarillas y débiles cada vez que lo utilizaba (que me dio para tres o cuatro veces, no más, por la cantidad de producto que necesitaba para acabar con el esmalte). Entre que ya andaba en mi cabeza la idea de hacerme con un buen quitaesmalte, estos últimos acontecimientos, que me encanta cambiar constantemente el color de mis uñas y que ya las veía bastante debilitadas decidí por fin invertir en un quitaesmalte un poco mejor (que tampoco estaba la cosa muy difícil la verdad), y si bien andaba en mi mente el de Babaria, del que he oído hablar bastante bien, una foto en Instagram de este que os traigo hoy hizo que se convirtiera en mi objeto de deseo (y necesidad) en un instante.
Y tras mi primer discreto sueldo completo me hice con él, el nuevo de The Body Shop (por cierto ni una triste muestra, ni una bolsa de papel, ni pedirme el carné de clienta, ni nada en la tienda madrileña de Gran Vía, y gente, lo que es mucha gente no había...). Claro, después de los productos pésimos que llevaba a mis espaldas este me ha parecido maravilloso (fue un 'Oh My Dog, ¡Unicornios!'). La primera vez que lo utilicé lo hice con un esmalte con confeti, de esos que no salen ni metiendo las manos en disolvente. A ver, fui realista, y no se le pueden pedir peras al olmo, no es un quitaesmalte hecho para sacar esmalte con purpurina (Sephora, por cierto, tiene uno), y si bien la cosa salió bastante dignamente no puedo decir que no tuviese que hacer su correspondiente esfuerzo; no obstante diré en su favor que necesité menos producto del que esperaba. Ya en expectativas más realistas lo utilicé por segunda vez sobre un esmaltado oscuro con cuatro capas (una de base, dos de esmaltado y su correspondiente top coat). ¡Unicornios! El esmalte salió correctamente, si excesivo esfuerzo, ¡con un solo disco! y aplicando producto sobre este un par de veces. Por cierto el modo de aplicar sobre el disco el quitaesmalte fue simplemente tapar la boca del bote con el disco del algodón (no tiene dosificador, se cierra simplemente a rosca) volcar y listo, lo poco que quedó impregnado fue suficiente. Las uñas por cierto nada amarillentas y diría que incluso hidratadas.
He querido ejemplificar por medio de las dos fotografías que veis sobre estas líneas: en la primera foto se puede ver la cantidad de producto que apliqué, simplemente humedecí el algodón como os he indicado antes. En la segunda se ve la uña perfectamente limpia y dos manchas en el algodón, la de la uña que había limpiado (las manchas naranjas son restos de jabón Fun que había estado moldando justo antes y que se había resistido a salir...) y la del meñique de la otra mano, que se había ido completamente al entrar en contacto con el algodón. Sin esfuerzo.
Entre las bondades de esta maravilla por supuesto está la ausencia de acetona, y la base de aceite de almendras dulces y aceite de soja que lleva. No solo arranca el esmalte, sino que lo hace con suavidad, sin resecar la uñas ni las cutículas (¿no os ocurre que tenéis que recurrir a la crema de manos después de retirar el esmalte de uñas? Si metéis la nariz en el bote no os extrañéis porque huele igual que las acetonas tradicionales, quizá no tan fuerte pero igual; pero cuando se está utilizando el olor no es tan penetrante, no impregna toda la habitación: mi chico huele el quitaesmalte cada vez que entra en la habitación en la que lo esté utilizando, y con este no se me ha quejado.
Lo malo supongo que es el precio: 7 €. Desde luego que después de no gastar más de 1,20 € en un producto de este tipo sin duda una es reticente a dejarse los cuartos (Judit de Hi, my name is Judit me consultó incluso si merecía la pena antes de hacerse con él, -ardo en deseos de saber su opinión-), pero creo que si al igual que yo os dais mucho a cambiar el color de las uñas es una buena inversión, tanto por calidad como pensando en el cuidado, mantenimiento y salud de las uñas. Veremos también lo que cunde, por el momento en este sentido estoy satisfecha, pero también es verdad que estoy racionándolo bien. Dura por cierto 18 meses.
¿Qué os parece? ¿Os animaríais con el Quitaesmalte de The Body Shop?
En fin, el último que compré de emergencia en la tienda 'de chinos' de debajo de mi casa (y digo de emergencia porque llevaba las uñas de vete tu a saber que color chillón y tenía una entrevista de trabajo de esas a la que hay que ir discreta), ya fue el remate: me costó menos de 50 céntimos y lo que no me gasté en el quitaesmalte me lo dejé el discos de algodón. Y mis uñas amarillas y débiles cada vez que lo utilizaba (que me dio para tres o cuatro veces, no más, por la cantidad de producto que necesitaba para acabar con el esmalte). Entre que ya andaba en mi cabeza la idea de hacerme con un buen quitaesmalte, estos últimos acontecimientos, que me encanta cambiar constantemente el color de mis uñas y que ya las veía bastante debilitadas decidí por fin invertir en un quitaesmalte un poco mejor (que tampoco estaba la cosa muy difícil la verdad), y si bien andaba en mi mente el de Babaria, del que he oído hablar bastante bien, una foto en Instagram de este que os traigo hoy hizo que se convirtiera en mi objeto de deseo (y necesidad) en un instante.
Y tras mi primer discreto sueldo completo me hice con él, el nuevo de The Body Shop (por cierto ni una triste muestra, ni una bolsa de papel, ni pedirme el carné de clienta, ni nada en la tienda madrileña de Gran Vía, y gente, lo que es mucha gente no había...). Claro, después de los productos pésimos que llevaba a mis espaldas este me ha parecido maravilloso (fue un 'Oh My Dog, ¡Unicornios!'). La primera vez que lo utilicé lo hice con un esmalte con confeti, de esos que no salen ni metiendo las manos en disolvente. A ver, fui realista, y no se le pueden pedir peras al olmo, no es un quitaesmalte hecho para sacar esmalte con purpurina (Sephora, por cierto, tiene uno), y si bien la cosa salió bastante dignamente no puedo decir que no tuviese que hacer su correspondiente esfuerzo; no obstante diré en su favor que necesité menos producto del que esperaba. Ya en expectativas más realistas lo utilicé por segunda vez sobre un esmaltado oscuro con cuatro capas (una de base, dos de esmaltado y su correspondiente top coat). ¡Unicornios! El esmalte salió correctamente, si excesivo esfuerzo, ¡con un solo disco! y aplicando producto sobre este un par de veces. Por cierto el modo de aplicar sobre el disco el quitaesmalte fue simplemente tapar la boca del bote con el disco del algodón (no tiene dosificador, se cierra simplemente a rosca) volcar y listo, lo poco que quedó impregnado fue suficiente. Las uñas por cierto nada amarillentas y diría que incluso hidratadas.
He querido ejemplificar por medio de las dos fotografías que veis sobre estas líneas: en la primera foto se puede ver la cantidad de producto que apliqué, simplemente humedecí el algodón como os he indicado antes. En la segunda se ve la uña perfectamente limpia y dos manchas en el algodón, la de la uña que había limpiado (las manchas naranjas son restos de jabón Fun que había estado moldando justo antes y que se había resistido a salir...) y la del meñique de la otra mano, que se había ido completamente al entrar en contacto con el algodón. Sin esfuerzo.
Entre las bondades de esta maravilla por supuesto está la ausencia de acetona, y la base de aceite de almendras dulces y aceite de soja que lleva. No solo arranca el esmalte, sino que lo hace con suavidad, sin resecar la uñas ni las cutículas (¿no os ocurre que tenéis que recurrir a la crema de manos después de retirar el esmalte de uñas? Si metéis la nariz en el bote no os extrañéis porque huele igual que las acetonas tradicionales, quizá no tan fuerte pero igual; pero cuando se está utilizando el olor no es tan penetrante, no impregna toda la habitación: mi chico huele el quitaesmalte cada vez que entra en la habitación en la que lo esté utilizando, y con este no se me ha quejado.
Lo malo supongo que es el precio: 7 €. Desde luego que después de no gastar más de 1,20 € en un producto de este tipo sin duda una es reticente a dejarse los cuartos (Judit de Hi, my name is Judit me consultó incluso si merecía la pena antes de hacerse con él, -ardo en deseos de saber su opinión-), pero creo que si al igual que yo os dais mucho a cambiar el color de las uñas es una buena inversión, tanto por calidad como pensando en el cuidado, mantenimiento y salud de las uñas. Veremos también lo que cunde, por el momento en este sentido estoy satisfecha, pero también es verdad que estoy racionándolo bien. Dura por cierto 18 meses.
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