Tengo tantas ideas en la cabeza que me bloqueo a la hora de escribir las entradas -definitivamente tengo que hacerme un planning, pero ya en serio-. Al final me he decidido y si bien lo que os voy a contar no habla de cosmética directamente, sí es algo que está muy vinculado con la belleza personal, y muy en última instancia con el bienestar de una misma. Además facilita mucho la vida, ya veréis, os voy a hablar de la imagen personal. Lo que os voy a contar va a ser desde mi punto de vista y desde mi experiencia personal, ya que es un proceso lleno de fases muy detalladas y con diversos caminos, y yo no tengo la preparación para daros bien los detalles.
Un análisis de imagen personal pasa como os decía por un total de tres fases: análisis de color, análisis de forma corporal y análisis de personalidad. La finalidad es dar con las prendas y los colores que, atendiendo a estos resultados, nos sientan mejor, y por extensión, sentirnos mejor. Es totalmente personalizado para cada persona, y se puede realizar tanto a las mujeres como los hombres.
Para ilustrar mi experiencia, que fue un poco curiosa, he hecho la fotografía que veis sobre estas líneas: hace un par de años la mayor parte de los cosméticos que veis en la foto no solo no estarían en mi neceser, sino que además no se me ocurriría utilizar sobre mi cara bajo ningún concepto ¡rosas y naranjas! ¡Ni loca, no me pegan! No me gustaban. No es que ahora me gusten más, simplemente he aceptado que me sientan estupendamente. Y sí, he tardado un par de años en aceptarlo.
Decir que mi análisis de color me lo realizó Paula de Cherrytree Beauty, por fases, y a día de hoy todavía la odio por hacerme ver que elpuñetero naranja me sienta bien. La primera parte del análisis de color pasa por saber si somos frías o cálidas, y según una cosa o la otra no sentarán bien unas tonalidades u otras. No, no es que las frías lleven azules y las cálidas rojos, existen tonalidades azules para cálidas y rojas para frías, y así con todos colores; pero existe un color que solo aparece en una de las paletas, el color de la discordia: el negro. Y es que el negro es negro y poca cosa más se puede hacer con él... A mi particularmente utilizar el color negro en la indumentaria me ha gustado desde muy jovencita: al principio como una forma de rebeldía adolescente, luego porque era fácil de combinar, y al final simplemente porque es elegante. Al utilizar tanto este color Paula dio por hecho que yo pertenecía al club de las personas frías (no me debía quedar tan mal), pero si es cierto que sin querer lo esta utilizando con correctamente, por lo que mi verdadero yo estaba un poco oculto.
Y llego el día en que Paula me hizo el análisis, lo que consiste en ir colocando una serie de colores bajo la cara, envolviendo el cuello como si fuera un babero y cubriendo los hombros, para ver como se comportaba el rostro con cada uno de ellos. Hay que verlo para creerlo (y es que te sientan frente a un espejo para verlo, y para creerlo): cuando ponían bajo mi cara colores que no me sentaban bien veía más mis ojeras, la piel apagada, aparecían sombras, incluso los ojos más caídos o el rostro asimétrico. Y os podéis imaginar lo que pasó, que de fría nada, que mi piel con su subtono amarillo, mi cabello castaño oscuro y mis ojos marrones revelaron que yo era bien cálida. Entré entonces en la fase de negación, esa en la que le gritaba a Paula que la odiaba y que no pensaba renunciar al negro. Y no, no cambia nunca, es para siempre. A continuación os dejo mi paleta de colores.
A día de hoy me la llevo de compras (sí, las dependientas me miran un poco raro cuando voy con la tarjetita poniéndola encima de las prendas) para saber si lo que estoy comprando es uno de mis colores más favorecedores, ya que tras determinar si una persona es cálida o fría, se le testa color por color para darle una calificación (bueno, muy bueno, punto de color...) Yo soy una cálida fabulosa porque casi todo me salia muy bueno, tan solo un color me salió en plan más bien olvidate de él, y fue curiosamente el morado, que ahora odio y que sin embargo cuando tenía 16 años lo llevaba en el pelo. Como veís ser cálida no implica privarse de ningún color, (salvo del negro, ¬¬), tenemos azules, verdes... al igual que las frías tienen sus propios marrones, sus rojos... (podéis ver sus colores bajo estas líneas). Muchos colores pueden parecer similares pero cuando los ponéis junto a las prendas se ven los matices diferentes.
Al final cada una ve un poco por donde prefiere tirar, supongo que también depende de la etapa de la vida en que nos encontremos: yo por ejemplo ahora el azul poco, y el verde me cuesta a no ser que sea verde militar. Sin querer me he dado a los nude, los tostados y los corales (¡ay qué difícil sería mi vida ahora sin el coral!), y de hecho, con el naranja estoy en una fase de aceptación (las sombras que veis en la primera fotografía son de reciente adquisición, 'edición My Cosmetic Art especial verano'). De hecho, hace un par de semanas, buscando un vestido para ir de bodaPaula me sacó uno naranja, muy naranja y largo, pero todo naranja. Mi primera reacción fue 'yo eso no me lo pongo', pero me lo puse, y odio a Paula, porque me queda estupendamente.
¿Pero y todo esto para que sirve? Pues precisamente, para que el día que se tenga que hacer una inversión en un vestido o en un cosmético sepa que me queda clavado (véase bodas importantes, eventos, prendas más caras...). En cuanto al negro no he renunciado a él (mis abrigos son negros y punto), pero si que reconozco que lo utilizo cada vez menos, y cuando lo hago o bien lo alejo del rostro (una falda o un escote más pronunciado, y en el caso del delineador de ojos lo fijo con marrón oscuro), o bien cuando lo utilizo me maquillo un poco más y mejor.
Esta es tan solo la primera parte de un Análisis de imagen completo, pero es verdad que puede resultar el más impactante (Paula me ha hablado de una chica gótica que salió cálida, y ahora es una chica gótica sin negro, con un forma de vestir no solo acertada si no también peculiar y personal). La fase de análisis de cuerpo es la siguiente, y quizá más conocida. Esta fase nos ayuda a saber cuales son los cortes que mejor nos sientan. Si mal no recuerdo yo era angulosa. No obstante al ser delgada tiendo simplemente a crear línea horizontales en mi indumentaria, a evitar un poco la verticalidad que me haría aún más delgada: escotes barco, nada de picos ni de collares largos... estampados varios. Una fase muy práctica si por ejemplo queremos parecer más espigadas, o más altas, o disimular que tenemos las piernas cortas.
La última fase es también súper interesante, y pincharé a Paula para que os haga un post al respecto: es la fase de la personalidad. Esta fase tiene la peculiaridad de que puede cambiar a lo largo de la vida. Afecta al tipo de prendas que utilizamos, al estilo digamos. En mi caso soy natural- ingenua, y aunque en el test no salió creemos que tengo un punto clásico que estoy deseando desarrollar. No sé muy bien que significa ser natural-ingenua pero por lo visto también lo hago sin querer (Paula, pronúnciate). Existen otras personalidades como la romántica o la gamín.
El conocimiento de todas peculiares en una misma es, como os digo, muy práctico a la hora de controlar nuestra imagen (también es muy complicado, yo tiendo a coser a preguntas a Paula), y de saber no solo lo que queremos transmitirles a los demás (esas cosas de las primeras impresiones, o las entrevistas de trabajo...), sino también de sentirnos mejor con nosotras mismas, sabiendo que estamos seguras de nuestro aspecto, de que nos sentimos cómodas con lo que llevamos (una vez que hemos aceptado que ciertos colores nos sientan bien). Y aunque un análisis de imagen completo puede parecer caro a primera vista (el precio ronda los 150 €), hay que tender en cuenta que sirve para siempre, y que es un concepto de belleza aplicado a una (o a uno) misma, que no nos someterá solo a las modas pasajeras, que pueden o no coincidir con nuestros gustos, y pueden o no sentarnos bien. Y es que tener el control sobre nuestra propia imagen no solo nos hará más guapas por fuera, sino que además nos hará más felices por dentro, que a su vez afectará a nuestra imagen exterior, de manera que el círculo se cierra.
Espero que os haya podido transmitir un poco lo que quería, como os decía es un tema amplio y complicado del que yo no tengo todas las armas para hablaros, pero quería compartir mi experiencia con vosotras. ¿Os ha gustado el post de hoy? ¡¡No dudéis en hacer preguntas!!
Un análisis de imagen personal pasa como os decía por un total de tres fases: análisis de color, análisis de forma corporal y análisis de personalidad. La finalidad es dar con las prendas y los colores que, atendiendo a estos resultados, nos sientan mejor, y por extensión, sentirnos mejor. Es totalmente personalizado para cada persona, y se puede realizar tanto a las mujeres como los hombres.
Para ilustrar mi experiencia, que fue un poco curiosa, he hecho la fotografía que veis sobre estas líneas: hace un par de años la mayor parte de los cosméticos que veis en la foto no solo no estarían en mi neceser, sino que además no se me ocurriría utilizar sobre mi cara bajo ningún concepto ¡rosas y naranjas! ¡Ni loca, no me pegan! No me gustaban. No es que ahora me gusten más, simplemente he aceptado que me sientan estupendamente. Y sí, he tardado un par de años en aceptarlo.
Decir que mi análisis de color me lo realizó Paula de Cherrytree Beauty, por fases, y a día de hoy todavía la odio por hacerme ver que el
Y llego el día en que Paula me hizo el análisis, lo que consiste en ir colocando una serie de colores bajo la cara, envolviendo el cuello como si fuera un babero y cubriendo los hombros, para ver como se comportaba el rostro con cada uno de ellos. Hay que verlo para creerlo (y es que te sientan frente a un espejo para verlo, y para creerlo): cuando ponían bajo mi cara colores que no me sentaban bien veía más mis ojeras, la piel apagada, aparecían sombras, incluso los ojos más caídos o el rostro asimétrico. Y os podéis imaginar lo que pasó, que de fría nada, que mi piel con su subtono amarillo, mi cabello castaño oscuro y mis ojos marrones revelaron que yo era bien cálida. Entré entonces en la fase de negación, esa en la que le gritaba a Paula que la odiaba y que no pensaba renunciar al negro. Y no, no cambia nunca, es para siempre. A continuación os dejo mi paleta de colores.
A día de hoy me la llevo de compras (sí, las dependientas me miran un poco raro cuando voy con la tarjetita poniéndola encima de las prendas) para saber si lo que estoy comprando es uno de mis colores más favorecedores, ya que tras determinar si una persona es cálida o fría, se le testa color por color para darle una calificación (bueno, muy bueno, punto de color...) Yo soy una cálida fabulosa porque casi todo me salia muy bueno, tan solo un color me salió en plan más bien olvidate de él, y fue curiosamente el morado, que ahora odio y que sin embargo cuando tenía 16 años lo llevaba en el pelo. Como veís ser cálida no implica privarse de ningún color, (salvo del negro, ¬¬), tenemos azules, verdes... al igual que las frías tienen sus propios marrones, sus rojos... (podéis ver sus colores bajo estas líneas). Muchos colores pueden parecer similares pero cuando los ponéis junto a las prendas se ven los matices diferentes.
Al final cada una ve un poco por donde prefiere tirar, supongo que también depende de la etapa de la vida en que nos encontremos: yo por ejemplo ahora el azul poco, y el verde me cuesta a no ser que sea verde militar. Sin querer me he dado a los nude, los tostados y los corales (¡ay qué difícil sería mi vida ahora sin el coral!), y de hecho, con el naranja estoy en una fase de aceptación (las sombras que veis en la primera fotografía son de reciente adquisición, 'edición My Cosmetic Art especial verano'). De hecho, hace un par de semanas, buscando un vestido para ir de bodaPaula me sacó uno naranja, muy naranja y largo, pero todo naranja. Mi primera reacción fue 'yo eso no me lo pongo', pero me lo puse, y odio a Paula, porque me queda estupendamente.
¿Pero y todo esto para que sirve? Pues precisamente, para que el día que se tenga que hacer una inversión en un vestido o en un cosmético sepa que me queda clavado (véase bodas importantes, eventos, prendas más caras...). En cuanto al negro no he renunciado a él (mis abrigos son negros y punto), pero si que reconozco que lo utilizo cada vez menos, y cuando lo hago o bien lo alejo del rostro (una falda o un escote más pronunciado, y en el caso del delineador de ojos lo fijo con marrón oscuro), o bien cuando lo utilizo me maquillo un poco más y mejor.
Esta es tan solo la primera parte de un Análisis de imagen completo, pero es verdad que puede resultar el más impactante (Paula me ha hablado de una chica gótica que salió cálida, y ahora es una chica gótica sin negro, con un forma de vestir no solo acertada si no también peculiar y personal). La fase de análisis de cuerpo es la siguiente, y quizá más conocida. Esta fase nos ayuda a saber cuales son los cortes que mejor nos sientan. Si mal no recuerdo yo era angulosa. No obstante al ser delgada tiendo simplemente a crear línea horizontales en mi indumentaria, a evitar un poco la verticalidad que me haría aún más delgada: escotes barco, nada de picos ni de collares largos... estampados varios. Una fase muy práctica si por ejemplo queremos parecer más espigadas, o más altas, o disimular que tenemos las piernas cortas.
La última fase es también súper interesante, y pincharé a Paula para que os haga un post al respecto: es la fase de la personalidad. Esta fase tiene la peculiaridad de que puede cambiar a lo largo de la vida. Afecta al tipo de prendas que utilizamos, al estilo digamos. En mi caso soy natural- ingenua, y aunque en el test no salió creemos que tengo un punto clásico que estoy deseando desarrollar. No sé muy bien que significa ser natural-ingenua pero por lo visto también lo hago sin querer (Paula, pronúnciate). Existen otras personalidades como la romántica o la gamín.
El conocimiento de todas peculiares en una misma es, como os digo, muy práctico a la hora de controlar nuestra imagen (también es muy complicado, yo tiendo a coser a preguntas a Paula), y de saber no solo lo que queremos transmitirles a los demás (esas cosas de las primeras impresiones, o las entrevistas de trabajo...), sino también de sentirnos mejor con nosotras mismas, sabiendo que estamos seguras de nuestro aspecto, de que nos sentimos cómodas con lo que llevamos (una vez que hemos aceptado que ciertos colores nos sientan bien). Y aunque un análisis de imagen completo puede parecer caro a primera vista (el precio ronda los 150 €), hay que tender en cuenta que sirve para siempre, y que es un concepto de belleza aplicado a una (o a uno) misma, que no nos someterá solo a las modas pasajeras, que pueden o no coincidir con nuestros gustos, y pueden o no sentarnos bien. Y es que tener el control sobre nuestra propia imagen no solo nos hará más guapas por fuera, sino que además nos hará más felices por dentro, que a su vez afectará a nuestra imagen exterior, de manera que el círculo se cierra.
Espero que os haya podido transmitir un poco lo que quería, como os decía es un tema amplio y complicado del que yo no tengo todas las armas para hablaros, pero quería compartir mi experiencia con vosotras. ¿Os ha gustado el post de hoy? ¡¡No dudéis en hacer preguntas!!
GRACIAS A TODAS POR LEER, COMENTAR, Y COMPARTIR.