Ya sabéis que soy una gran defensora del diseño, de los packagings fabulosos, y lo soy por varias razones: en primer lugar porque si lo que se está vendiendo es belleza creo que desatender el envase juega muy en contra de la marca, si se vende belleza, que no deja de ser un ideal, se tiene que hacer tanto por dentro como por fuera. Por otro lado y en un arrebato de pura sinceridad estoy segura de que muchas de nosotras podríamos prescindir de unos cuentos botes de esos que celosamente guardamos en nuestros tocadores, con lo que o llaman nuestra atención también por fuera o estoy segura de que muchas cosas no llegarían a nuestros hogares; además el mercado está saturado: llevo tres semanas tratando de escoger el exfoliante corporal óptimo para mí y no me decido por ninguno... Y finalmente, creo que la cosmética y el maquillaje deben ofrecer una experiencia sensorial lo más completa posible: buena textura, buen aroma, y que a la vista sea agradable. Evidentemente todo esto es puro márketing, al final lo más definitivo es que el producto sea efectivo, pero a nadie le amarga un dulce.
Sin embargo yo no puedo dejar de alabar los buenos diseños (deformación profesional creo que se llama), y sin duda el producto que os traigo hoy cumple con todos estos requisitos que os he descrito, y con unos cuantos más. Como no y para disgusto de todas, se verá reflejado en su precio.
Ya os hablé aquí de la crema hidratante corporal de Anhelle, y os introduje un poco la marca: una firma catalana que viene a significar algo así como el deseo vehemente de ella, y que destina parte de sus beneficios a ONGs como Manos Unidas o Cáritas. Y siguiendo con valores añadidos veréis como los ingredientes son también positivos.
Comencé a utilizar esta crema facial como crema de noche por una sencilla razón (y aquí va la única pega que le puedo sacar), y es que no tiene SPF, o no lo especifica... Me gustaba su textura ligera, su aroma dulce, su absorción más o menos rápida... y sin embargo tenía la sensación de que siendo una anti-age de más de 60 pavazos en mi piel no podía sacar todo el partido posible, sentía realmente como si se estuviese desperdiciando un poco... además tenía otras cremas hidratantes poniéndome ojitos... Hasta que un día mi madre que andaba por mi casa me dijo que si podía prestarle alguna hidratante facial que la suya se le había terminado (ya da por hecho que yo tengo alguna de sobra... y no se equivocaba), así que pensé que quizá ella le diese más partido.
La verdad es que los cuidados faciales de mi madre no han ido jamás más allá de una crema hidratante en la cara (del cuello y el escote ni hablamos), de gama media... Y pese a ello a sus cincuenta y medios puede presumir de cutis: patas de gallo en los ojos pero nada exageradas y el código de barras comenzando a asomar: por lo demás un rostro uniforme, sin poros dilatados, sin imperfecciones... alguna mancha que ya va haciendo aparición y que yo ya me encargo de decirle que se las trate. A ver si la genética y los buenos hábitos cosméticos me ayudan a mí a estar igual de estupenda...
En fin, pasado un tiempo prudencial le pregunté a mi progenitora como le iba con la crema, y pocas veces he visto yo a mi madre entusiasmarse hablando de algo tan 'frívolo' como un cosmético. Está encantada. Por su trabajo tiene que moverse bastante y tiene a sudar, con lo que ciertas hidratantes antiedad le resultan pesadas y grasientas, esto no le pasa con la de Anhelle. Le gusta el aroma, ligeramente dulzón, de hecho le resultó sorprendente, y dice que se nota la cara más luminosa y nutrida. Dice que no ha notado mucho el poder anti-ge (tampoco hay mucho que corregir la verdad), pero en este punto no tengo ni idea de lo constante que estará siendo, aunque seguro que como mínimo por las mañanas la utiliza.
Como podéis comprobar el embalaje y el diseño del producto son espectacualres: la crema está contenida en un tubo negro mate en el que una tipografía muy estudiada y nada convencional en el mundo de la cosmética asume el protagonismo absoluto del envase. Está contenido en una caja de cartón duro en blanco y negro y protegido por papel negro, que hacen de su interior un espacio monocromo pero elegante.
El modo de envasado por cierto me pareció también muy novedoso: tiene un sistema de bombeo que hace que el producto salga en muy poca cantidad por un orificio muy pequeño, de manera que el producto ni se desperdicia ni se contamina, se conserva perfectamente.
En cuanto a los ingredientes destacar que no tiene alergenos, ni parabenos, ni siliconas, ni colorantes artificiales, y entre sus principales activos encontramos fosfolípidos provenientes de la soja y el girasol que permiten una hidratación óptima y ayudan a restaurar la barrera protectora de la piel; ribosa, que tiene un gran poder antiarrugas y ayuda a mejorar la elasticidad y el tono general de la piel; extracto de higo chumbo que ayuda a reparar la piel sobre todo en condiciones de estrés; lisolectina que tiene acción anti-irritante y calma la piel; y karité, con su gran poder nutritivo y reestructurante.
Todo fabuloso hasta que llegamos al precio: cuesta unos 62 € el formato de 40 ml (aunque estoy cotilleando la web de la firma y ahora la tienen en oferta a 45 €, un precio mucho más razonable). Sin duda no está al alcance de todos los bolsillos aunque creo que podría estar justificado por diseño y composición; ahora que llegan las navidades quizá pueda ser una opción interesante a la hora de sorprender a alguna mujer especial ¿no os parece?
¿Conocíais la marca?
Sin embargo yo no puedo dejar de alabar los buenos diseños (deformación profesional creo que se llama), y sin duda el producto que os traigo hoy cumple con todos estos requisitos que os he descrito, y con unos cuantos más. Como no y para disgusto de todas, se verá reflejado en su precio.
Ya os hablé aquí de la crema hidratante corporal de Anhelle, y os introduje un poco la marca: una firma catalana que viene a significar algo así como el deseo vehemente de ella, y que destina parte de sus beneficios a ONGs como Manos Unidas o Cáritas. Y siguiendo con valores añadidos veréis como los ingredientes son también positivos.
Comencé a utilizar esta crema facial como crema de noche por una sencilla razón (y aquí va la única pega que le puedo sacar), y es que no tiene SPF, o no lo especifica... Me gustaba su textura ligera, su aroma dulce, su absorción más o menos rápida... y sin embargo tenía la sensación de que siendo una anti-age de más de 60 pavazos en mi piel no podía sacar todo el partido posible, sentía realmente como si se estuviese desperdiciando un poco... además tenía otras cremas hidratantes poniéndome ojitos... Hasta que un día mi madre que andaba por mi casa me dijo que si podía prestarle alguna hidratante facial que la suya se le había terminado (ya da por hecho que yo tengo alguna de sobra... y no se equivocaba), así que pensé que quizá ella le diese más partido.
La verdad es que los cuidados faciales de mi madre no han ido jamás más allá de una crema hidratante en la cara (del cuello y el escote ni hablamos), de gama media... Y pese a ello a sus cincuenta y medios puede presumir de cutis: patas de gallo en los ojos pero nada exageradas y el código de barras comenzando a asomar: por lo demás un rostro uniforme, sin poros dilatados, sin imperfecciones... alguna mancha que ya va haciendo aparición y que yo ya me encargo de decirle que se las trate. A ver si la genética y los buenos hábitos cosméticos me ayudan a mí a estar igual de estupenda...
En fin, pasado un tiempo prudencial le pregunté a mi progenitora como le iba con la crema, y pocas veces he visto yo a mi madre entusiasmarse hablando de algo tan 'frívolo' como un cosmético. Está encantada. Por su trabajo tiene que moverse bastante y tiene a sudar, con lo que ciertas hidratantes antiedad le resultan pesadas y grasientas, esto no le pasa con la de Anhelle. Le gusta el aroma, ligeramente dulzón, de hecho le resultó sorprendente, y dice que se nota la cara más luminosa y nutrida. Dice que no ha notado mucho el poder anti-ge (tampoco hay mucho que corregir la verdad), pero en este punto no tengo ni idea de lo constante que estará siendo, aunque seguro que como mínimo por las mañanas la utiliza.
Como podéis comprobar el embalaje y el diseño del producto son espectacualres: la crema está contenida en un tubo negro mate en el que una tipografía muy estudiada y nada convencional en el mundo de la cosmética asume el protagonismo absoluto del envase. Está contenido en una caja de cartón duro en blanco y negro y protegido por papel negro, que hacen de su interior un espacio monocromo pero elegante.
El modo de envasado por cierto me pareció también muy novedoso: tiene un sistema de bombeo que hace que el producto salga en muy poca cantidad por un orificio muy pequeño, de manera que el producto ni se desperdicia ni se contamina, se conserva perfectamente.
En cuanto a los ingredientes destacar que no tiene alergenos, ni parabenos, ni siliconas, ni colorantes artificiales, y entre sus principales activos encontramos fosfolípidos provenientes de la soja y el girasol que permiten una hidratación óptima y ayudan a restaurar la barrera protectora de la piel; ribosa, que tiene un gran poder antiarrugas y ayuda a mejorar la elasticidad y el tono general de la piel; extracto de higo chumbo que ayuda a reparar la piel sobre todo en condiciones de estrés; lisolectina que tiene acción anti-irritante y calma la piel; y karité, con su gran poder nutritivo y reestructurante.
Todo fabuloso hasta que llegamos al precio: cuesta unos 62 € el formato de 40 ml (aunque estoy cotilleando la web de la firma y ahora la tienen en oferta a 45 €, un precio mucho más razonable). Sin duda no está al alcance de todos los bolsillos aunque creo que podría estar justificado por diseño y composición; ahora que llegan las navidades quizá pueda ser una opción interesante a la hora de sorprender a alguna mujer especial ¿no os parece?
¿Conocíais la marca?
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UN ABRAZO Y DISFRUTAD DEL RESTO DEL FIN DE SEMANA.
Este post ha sido redactado según el Código de Confianza C0C.