Voy a confesaros algo: hace unas semanas cometí un acto de micromachismo. Fue sin querer, y me sirvió para reflexionar mucho, y para que todas reflexionemos claro está. No es que me sienta culpable, por desgracia he crecido en esta sociedad patriarcal (no me gusta el término pero no se me ocurre otro) pero en la que poco a poco estamos tratando de avanzar hacia la igualdad.
Os pongo en situación: últimamente he visto muchas veces (más de las que me atrevo a reconocer), Frozen. Sí Frozen, la película de Disney. Me gustó la primera vez que la vi, la segunda me encantó, y ahora me la pongo mientras trabajo, escribo... (soy rara y una de las cosas que me ayudan concentrarme y no moverme constantemente en mi asiento es escuchar películas o series que me sé de memoria).
La película es digna de analizar. Parece que después de tantas críticas hacia la gran productora de dibujos animados dan sus frutos. A todas nos encantan, todas hemos crecido con sus películas en las que casi todas las princesas viven con sus padres (la madre es mala, acordaos de La Cenicienta o de Blancanieves), y aspiran a encontrar a su príncipe azul que de alguna manera las va a salvar de alguna o de otra manera para vivir felices juntos (nunca nos cuentan si viven o no felices). Las críticas son numerosas, podeís encontrar cientos de estudios en Google... Hubo que esperar a Megara para que la mujer tuviese un poco de carácter y no fuera tan buena buenísima como el resto de las protagonistas Disney, o a Mulán para encontrar una mujer guerrera, y que no tiene un explícito beso final (luego hicieron una conveniente segunda parte para quien se hubiese quedado con las ganas, y en la que si mal no recuerdo había una canción sobre como debía ser una mujer, que bien podría haberse sacado de los conejos que en este sentido enumeraba el Arcipreste de Hita en su Libro de Buen Amor allá por el siglo XIV). Parece que con Frozen se rompen algunos estereotipos Disney: las mujeres son las protagonistas, son fuertes, independientes... Y aunque existe una aspiración al amor de un príncipe azul este se vuelve rana, lo que triunfa es el amor fraternal, y como bien señaló un colega, al final el baile es entre hermanas. Y si estáis atentas podéis dar con un guiño a la homosexualidad muy simpático (si que han avanzado los señores de Disney...).
En fin, el caso es que hablando de lo fabulosa que es la película con mi colegas hice el siguiente comentario: "es una película de chicas", a lo que mi colega respondió "¿por qué?". Claro, ¿cual es la razón de mi afirmación?". Mis primos ven la película, ¿por qué razón yo pensaba que era de chicas? Y me puse a darle vueltas. Es de chicas porque hay muchas canciones (como si a ellos nos les gustara la música) y está protagonizada por mujeres. ¡Y ahí el kit de la cuestión! Si hay mujeres es para mujeres. ¡Qué flaco favor hacia nuestra visibilidad! Pero pensadlo: pensad que la presencia de la mujer puede llegar a ser noticia, acordaos de lo comentado que fue aquel gobierno de Zapatero en el que había más Ministras que Ministros, acordaos de todo lo que se habló de que Carme Chacón fuese la encargada de la Cartera de Defensa, de lo que se criticó que la ministra tuviese que viajar con un ginecólogo porque estaba embarazada ¡eso con un hombre no pasaría! ¿Sabéis lo que habría sido genial? Que un hombre ocupase el puesto principal en el desaparecido Ministerio de Igualdad, ¡eso si que habría sido un paso adelante! Eso sí, el que redactó la que por suerte ya no será ley del aborto es un hombre... ahí lo dejo.
Pero las cosas de mujeres son cosas de mujeres, son tabú para ellos. ¿Nunca habéis tenido algún amigo, algún conocido, que se ha escandalizo o se ha sentido incómodo cuando habéis hecho algún comentario sobre vuestra menstruación? ¡Como si fuese un monstruo que hubiese que esconder! Es una parte de nosotras, incómoda, con la que tenemos una relación obligada que se puede llevar mejor o peor, y que sin embargo se comenta entre mujeres (normal, todas la sufrimos y podemos intercambiar vivencia y opiniones, pero solo entre féminas, sin hombres delante). Para ellos muchas veces son esos días en los que no se nos puede ni hablar, es despectivo. Pero nos enseñan directa o indirectamente a ocultarlo: yo en el instituto envolvía las compresas en papel aluminio como si fuesen un bocata para disimularlas, otras compañeras buscaban mochilas con bolsillos de difícil acceso y las sacaban cuando la clase estaba vacía, y otras incluso llevaban libros pequeños donde esconder sus artículos de higiene femenina.
Y de repente las cosas de mujeres son solo para nosotras, pero ¿cuántas mujeres se han tragado partidos de fútbol o careras de Fórmula 1 cuando les ha dado lo mismo? No digo que a las mujeres nos le gusten los deportes, una ventaja que tenemos nosotras con respecto a ellos es que podemos adoptar sus roles con una mayor aceptación social que al contrario (y sino pensad en los enfermeros y los azafatos hace unos años), pero si es cierto que tenemos una mayor predisposición a aceptar las "cosas de hombres", de ser partícipes observadoras de ellas, que al contrario.
Pero parece que vamos avanzando, que vamos compartiendo cosas y que lo femenino empieza a (poco a poco, a pasos chiquititos) tener un poco más de presencia en las esferas masculinas, y sino mirad como también el mundo de la cosmética se está adaptando al público masculino. Creo que la igualdad no radica solo en que nosotras consigamos equipararnos a ellos, sino que también las cosas que son etiquetadas como femeninas sean de interés público, mixto, que no sean descalificadas ni marcadas como un signo de inferioridad, que sean compartidas. Pero todavía queda mucho camino por recorrer, por desmitificar, por compartir. Os dejo un vídeo muy chulo, que me conquistó, que me hizo reflexionar, y que creo que puede encajar dentro de lo que aquí os expongo.
Os pongo en situación: últimamente he visto muchas veces (más de las que me atrevo a reconocer), Frozen. Sí Frozen, la película de Disney. Me gustó la primera vez que la vi, la segunda me encantó, y ahora me la pongo mientras trabajo, escribo... (soy rara y una de las cosas que me ayudan concentrarme y no moverme constantemente en mi asiento es escuchar películas o series que me sé de memoria).
La película es digna de analizar. Parece que después de tantas críticas hacia la gran productora de dibujos animados dan sus frutos. A todas nos encantan, todas hemos crecido con sus películas en las que casi todas las princesas viven con sus padres (la madre es mala, acordaos de La Cenicienta o de Blancanieves), y aspiran a encontrar a su príncipe azul que de alguna manera las va a salvar de alguna o de otra manera para vivir felices juntos (nunca nos cuentan si viven o no felices). Las críticas son numerosas, podeís encontrar cientos de estudios en Google... Hubo que esperar a Megara para que la mujer tuviese un poco de carácter y no fuera tan buena buenísima como el resto de las protagonistas Disney, o a Mulán para encontrar una mujer guerrera, y que no tiene un explícito beso final (luego hicieron una conveniente segunda parte para quien se hubiese quedado con las ganas, y en la que si mal no recuerdo había una canción sobre como debía ser una mujer, que bien podría haberse sacado de los conejos que en este sentido enumeraba el Arcipreste de Hita en su Libro de Buen Amor allá por el siglo XIV). Parece que con Frozen se rompen algunos estereotipos Disney: las mujeres son las protagonistas, son fuertes, independientes... Y aunque existe una aspiración al amor de un príncipe azul este se vuelve rana, lo que triunfa es el amor fraternal, y como bien señaló un colega, al final el baile es entre hermanas. Y si estáis atentas podéis dar con un guiño a la homosexualidad muy simpático (si que han avanzado los señores de Disney...).
En fin, el caso es que hablando de lo fabulosa que es la película con mi colegas hice el siguiente comentario: "es una película de chicas", a lo que mi colega respondió "¿por qué?". Claro, ¿cual es la razón de mi afirmación?". Mis primos ven la película, ¿por qué razón yo pensaba que era de chicas? Y me puse a darle vueltas. Es de chicas porque hay muchas canciones (como si a ellos nos les gustara la música) y está protagonizada por mujeres. ¡Y ahí el kit de la cuestión! Si hay mujeres es para mujeres. ¡Qué flaco favor hacia nuestra visibilidad! Pero pensadlo: pensad que la presencia de la mujer puede llegar a ser noticia, acordaos de lo comentado que fue aquel gobierno de Zapatero en el que había más Ministras que Ministros, acordaos de todo lo que se habló de que Carme Chacón fuese la encargada de la Cartera de Defensa, de lo que se criticó que la ministra tuviese que viajar con un ginecólogo porque estaba embarazada ¡eso con un hombre no pasaría! ¿Sabéis lo que habría sido genial? Que un hombre ocupase el puesto principal en el desaparecido Ministerio de Igualdad, ¡eso si que habría sido un paso adelante! Eso sí, el que redactó la que por suerte ya no será ley del aborto es un hombre... ahí lo dejo.
Pero las cosas de mujeres son cosas de mujeres, son tabú para ellos. ¿Nunca habéis tenido algún amigo, algún conocido, que se ha escandalizo o se ha sentido incómodo cuando habéis hecho algún comentario sobre vuestra menstruación? ¡Como si fuese un monstruo que hubiese que esconder! Es una parte de nosotras, incómoda, con la que tenemos una relación obligada que se puede llevar mejor o peor, y que sin embargo se comenta entre mujeres (normal, todas la sufrimos y podemos intercambiar vivencia y opiniones, pero solo entre féminas, sin hombres delante). Para ellos muchas veces son esos días en los que no se nos puede ni hablar, es despectivo. Pero nos enseñan directa o indirectamente a ocultarlo: yo en el instituto envolvía las compresas en papel aluminio como si fuesen un bocata para disimularlas, otras compañeras buscaban mochilas con bolsillos de difícil acceso y las sacaban cuando la clase estaba vacía, y otras incluso llevaban libros pequeños donde esconder sus artículos de higiene femenina.
Y de repente las cosas de mujeres son solo para nosotras, pero ¿cuántas mujeres se han tragado partidos de fútbol o careras de Fórmula 1 cuando les ha dado lo mismo? No digo que a las mujeres nos le gusten los deportes, una ventaja que tenemos nosotras con respecto a ellos es que podemos adoptar sus roles con una mayor aceptación social que al contrario (y sino pensad en los enfermeros y los azafatos hace unos años), pero si es cierto que tenemos una mayor predisposición a aceptar las "cosas de hombres", de ser partícipes observadoras de ellas, que al contrario.
Pero parece que vamos avanzando, que vamos compartiendo cosas y que lo femenino empieza a (poco a poco, a pasos chiquititos) tener un poco más de presencia en las esferas masculinas, y sino mirad como también el mundo de la cosmética se está adaptando al público masculino. Creo que la igualdad no radica solo en que nosotras consigamos equipararnos a ellos, sino que también las cosas que son etiquetadas como femeninas sean de interés público, mixto, que no sean descalificadas ni marcadas como un signo de inferioridad, que sean compartidas. Pero todavía queda mucho camino por recorrer, por desmitificar, por compartir. Os dejo un vídeo muy chulo, que me conquistó, que me hizo reflexionar, y que creo que puede encajar dentro de lo que aquí os expongo.
Espero haber sido capaz de trasmitiros lo que pretendía transmitir. Como siempre es habitual os dejo esto para que reflexionéis el fin de semana y por supuesto, para compartir nuestras opiniones al respecto.
GRACIAS A TODAS POR LEER, COMENTAR Y COMPARTIR.
PASAD UN FABULOSO FIN DE SEMANA.